La edificación y el urbanismo juegan un papel muy importante en una gestión sostenible del agua que permita reducir el gasto por persona.
El parque edificado en España está muy envejecido, por lo que es muy importante mejorar la eficiencia de sus griferías y aparatos sanitarios.
Un edificio rehabilitado ahorra entre un 30 y un 40% de agua, según la estimación elaborada por Green Building Council España (GBCe) a través de su sistema de certificación de sostenibilidad VERDE. El parque edificado en España está muy envejecido, por lo que es muy importante mejorar la eficiencia de sus griferías y aparatos sanitarios.
El agua dulce, uno de los nueve límites planetarios establecidos para valorar la habitabilidad en la Tierra, es un recurso limitado, escaso y cuya demanda se prevé que se dispare globalmente hasta un 55% hasta 2050, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“El 97% del agua del planeta es salada y el 70% del agua dulce está congelada en glaciares que, como consecuencia del calentamiento global, se están derritiendo y vertiendo al mar”, explica Bruno Sauer, director General de GBCe.
La realidad es que, hoy en día, aún queda agua suficiente y con una calidad aceptable para cubrir la demanda de la población mundial. Sin embargo, un reparto desigual se traduce en un mundo donde la escasez de agua afecta a más del 40% de la población y donde tres de cada diez personas no tienen acceso al agua potable -según la Organización de Naciones Unidas (ONU)-. “Una persona necesita entre 50 y 100 litros de agua al día para cubrir sus necesidades básicas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero mientras en España una persona consume 129 litros por habitante, en África la media per cápita es de 20 litros”, matiza Borja Izaola, coordinador del proyecto LIFE Levels, que tiene por objeto promover la edificación sostenible en Europa.
Nueva cultura del agua
En España se paga de media -y sin contar el IVA- 1,90 euros por metro cúbico de agua. De esta cantidad, 1,06 euros (el 56%) corresponden al servicio de abastecimiento y 0,83 euros (el 44%) al de saneamiento. En general, la incidencia media de la factura del agua en el presupuesto familiar es del 0,9%, muy por debajo del 5% marcado por la ONU como cifra límite de asequibilidad para abastecimiento y saneamiento del Derecho Humano al Agua.
“Con 1,90 euros se puede disponer del mismo volumen de agua que 1.000 botellas de un litro compradas en un supermercado y que costarían unos 390 euros”, reflexiona Izaola, quien considera imprescindible una nueva cultura a nivel global que acabe con la idea de que el agua es un bien ilimitado, omnipresente y con una disponibilidad inmediata: “Debemos tomar conciencia de que las precipitaciones son cada vez menos utilizables y de que la disponibilidad de agua dulce o potable es cada vez menor”, resalta el coordinador del proyecto LIFE Levels.
Edificación y urbanismo como solución
Así mismo, es necesario poner fin al desarrollo insostenible que abusa del subsuelo, de los acuíferos y que impermeabiliza el territorio, lo que acaba con la biodiversidad e incrementa la desertificación. “En la actualidad se estima que en España más de dos terceras partes de la superficie está expuesta a este problema y que el riesgo es muy alto en el 11% del territorio”, afirma el Director General de GBCe.
En este contexto, donde el déficit hídrico es un grave problema, se vuelve vital una gestión sostenible del agua que permita reducir el gasto por persona. Para ello, la edificación y el urbanismo juegan un papel muy importante: “Rehabilitar un edificio mejorando la eficiencia de las griferías y de los aparatos sanitarios, captar el agua de la lluvia para utilizarla en el riego y el inodoro o facilitar los procesos de depuración, separando las calidades de las aguas para sus usos, son acciones imprescindibles y eficaces para reducir la demanda”, destaca Sauer.
En materia de urbanismo, el Director General de GBCe resalta opciones como la reducción de superficies impermeables, el incremento de zonas ajardinadas y pasillos verdes y que las ciudades dispongan de una red separativa de aguas “sucias”: “La certificación VERDE nos demuestra que medidas como elegir plantas autóctonas y con bajas necesidades hídricas suponen un ahorro del 65% del agua en riego”, especifica la Responsable de Certificación de GBCe.