A medida que la mayoría de las economías del mundo se tambalean por el impacto de la crisis de la COVID-19, en los mercados de alquiler europeos se empiezan a mostrar los efectos y los precios que antes aumentaban ahora se están frenando.
Esto es lo que muestra el Índice de Alquileres de HousingAnywhere del primer trimestre de 2020. La plataforma de alojamientos de alquiler más grande del mundo desvela en su informe que, mientras que en enero y febrero seguía la tendencia al alza de los alquileres, que ya venía del cuarto trimestre de 2019, en marzo ya se vieron los primeros descensos en los precios.
Baja el precio de los alquileres y aumenta la incertidumbre
En España, a parte de la COVID, la política ha jugado un papel importante, ya que el clima político en Cataluña dio como resultado una menor demanda en Barcelona, dejando a Madrid como la opción preferida por los inquilinos. Esto rompe la tendencia de Barcelona como una de las ciudades con más aumentos consecutivos, de entre el 8-10% en los precios de alquiler durante 2019, en comparación con años anteriores.
En la ciudad condal, los precios del alquiler podrían llegar a disminuir hasta tal punto que sirvan solo para cubrir los gastos de los propietarios, para evitar vacantes y asegurar ingresos suficientes para evitar endeudarse. Así pues, Barcelona mostró su primera caída en los precios de alquiler desde 2013, con un desarrollo trimestral del precio del alquiler de -0,1% para apartamentos de una habitación y -0,8% para habitaciones individuales.
Por el contrario, Madrid experimentó el segundo aumento general más alto en los precios de alquiler, incrementando un 4,7% el precio de los apartamentos, situándose en 1.150€. El precio de los estudios aumentó un 5,4%, a 847€, y las habitaciones individuales un 8,1%, a 546€. Sin embargo, no se espera que esta tendencia continúe en el próximo trimestre y la perspectiva es que siga la misma evolución que Barcelona, donde ya han bajado los precios. Ambas ciudades son dos mercados muy tensionados en cuanto a precios, y estos cambios que ya se empiezan a experimentar, no harán más que seguir fomentando la incertidumbre en un mercado que espera una de las peores crisis desde 2008.